La Guerra Civil española (1936 - 1939)

La Guerra Civil constituye uno de los acontecimientos más dramáticos de nuestra historia por la crueldad del conflicto, duración del mismo, odio acumulado y la radicalización. 
Esta supuso un enfrentamiento social, político e ideológico entre los contrarios a la República en favor del predominio De la Iglesia, la tradición y el viejo orden; y los partidos de la República, la modernización del país y un estado laico.

El impacto del asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936 fue la excusa para la sublevación militar, iniciada el 17 de julio en Melilla. La conspiración militar fue diseñada por el “Director” Emilio Mola, que planteó un ataque a Madrid desde Valencia, Zaragoza, Burgos y Valladolid. Franco, tras controlar Canarias, se trasladó a Marruecos (“Dragón Rapide”) y tras la muerte de Sanjurjo en un accidente de aviación en Estoril el 20 de julio asume el liderazgo. Entre el 18 y 19 de julio, la sublevación se extendería al resto del país con resultados exitosos en Sevilla (Queipo de Llano), Navarra (Mola) o Zaragoza (Cabanellas), aunque fracasos en las grandes ciudades en las milicias populares fueron claves: Madrid (Fanjul), Barcelona (Goded), Valencia o Bilbao. La reacción del gobierno republicano de Casares Quiroga fue lenta y poco coordinada. 


Los sublevados preveían un golpe breve y rotundo; pero su mala ejecución, unida a la debilidad del Gobierno para atajarlo, condujeron a una larga guerra civil, quedando el país dividido en dos:
- Permaneció fiel a la Repblica la España progresista, laica, urbana e industrial, las cuales controlaban los recursos económicos del país como núcleos industriales, regiones de agricultura de exportación, la zona minera del norte o el oro del Banco de España.
- Los rebeldes triunfaron en la España conservadora, católica, rural y agraria, económicamente más atrasada.
Los sublevados contaron con las tropas más profesionales y operativas, aunque menos numerosas entre las que se incluían la mayoría de los oficiales, el más que dotado Ejército de Marruecos, las milicias carlistas (requetés) y falangistas así como la ayuda militar italiana (CTV) y alemana (Legión Cóndor). 

El esfuerzo republicano durante los primeros meses se centró en la reconstrucción de un ejército unificado y organizado. A tal causa se sumó la flota, si bien carente de mandos, y la fundación del Ejército Popular  en octubre de 1936, con voluntarios y sindicatos obreros dirigidos por militares. 

La Iglesia católica apoyó a los sublevados indirectamente bajo un sentimiento de "cruzada" o "guerra santa" en defensa de la religión. En cambio, la zona republicana fue testigo del asesinato de 6000 religiosos, cierre de iglesias, persecución del culto católico...

La Guerra civil acontece en un contexto europeo de tensiones entre las democracias occidentales y los totalitarismos fascistas y soviético. Reino Unido promovió un Comité Internacional de No Intervención en agosto de 1936, con el que se pretendía una política de apaciguamiento que perjudicó al gobierno republicano. Todo fue mera teoría debido a la intervención a favor de los sublevados de Portugal, Italia y Alemania y suministros de EE.UU. 

Desde 1934, Mussolini facilitó financiación a los conspiradores antirrepublicanos y aportó el Cuerpo de Tropas Voluntarias (CTV) con 50.000 soldados, que tras el fracaso en la batalla de Guadalajara perdería la confianza por parte de Franco. Por su parte, Alemania envió además de instructores, material bélico y submarinos, a la Legión Cóndor que tuvo una participación decisiva en la guerra y protagonizó el bombardeo de Guernica. Los intereses de Hitler en la Guerra Civil incluían ganar un aliado en su estrategia contra Francia y probar su estrategia militar.

La República contó con el casi exclusivo apoyo de la URSS a través de material bélico financiado con el “oro de Moscú” o el envío de pilotos, técnicos y consejeros. La ayuda fue irregular e inferior a la prestada por los fascistas. Los recursos humanos llegaron a través de las Brigadas Internacionales, iniciativa de la Internacional Comunista de Stalin que destacó por su valor moral. 


Una vez fracasada la sublevación del 18 de Julio la gran baza de los sublevados fue el Ejército de África, que gracias al apoyo de la aviación alemana e italiana consiguió cruzar el Estrecho de Gibraltar, bloqueado por la marina en manos de los Republicanos. Así, Franco enlazó con Queipo de Llano que controlaba Andalucía Occidental desde Sevilla y dirigirá ofensivas nacionales hacia Córdoba y Granada contra el general Miajas. Tras el avance de la “columna de la muerte” de Yagüe por Extremadura y la masacre de la plaza de toros de Badajoz logró unirse con los sublevados del norte al mando de Mola, que habían sido detenidos en la Sierra de Guadarrama. El plan de Franco era dirigirse directamente a Madrid. Sin embargo, se desvió para liberar a los sublevados del Alcázar de Toledo bajo un mero interés propagandístico y por alargar la guerra. Franco consolida su liderazgo: es nombrado jefe de gobierno y Generalísimo debido a la necesidad de un mando único, el prestigio del invencible Franco y ser el intermediario del apoyo exterior. La represión contra los militantes republicanos se escenifica en los paseos o matanzas de Badajoz, Málaga y Valladolid.

Los republicanos consolidan la defensa de Madrid al recibir refuerzos desde Aragón de milicias anarquistas. El avance nacional desde el sur es detenido en la Casa de Campo. Se traslada entonces la capital republicana a Valencia y crea la Junta de Defensa de Madrid, que con Cabanillas al frente declara el estado de guerra, prohibe los partidos políticos y sindicatos, paraliza la reforma agraria...

En plena descomposición del gobierno republicano durante el verano de 1936, se suceden los gabinetes de Casares Quiroga, Martínez Barrios y José Giral. Las milicias obreras y campesinas sumen un poder paralelo y siembran el “Terror rojo” con la quema de conventos, pistolerismo, sacas de las checas de Madrid... Se suma una profunda revolución social de los sindicatos socialistas y anarquistas.

En febrero de 1937 acontece la estratégica conquista de Málaga por parte de los nacionales gracias a la participación de los CTV y los regulares marroquíes. A ella le sucederá una brutal represión que conllevará el fusilamiento de unos 4.000 fieles a la república y la masacre de la carretera Málaga-Almería. Franco acomete una nueva estrategia sobre Madrid consistente en una ofensiva envolvente por los flancos. En la Batalla del Jarama, ambos bandos pusieron a prueba sus armamentos sin alterar la línea del frente, mientras que la Batalla de Guadalajara caería del lado republicano. En consecuencia, Franco se convence de la dificultad de tomar Madrid e inicia una guerra de desgaste.

A continuación, el bando franquista centra sus esfuerzos en el norte cantábrico pues su aislamiento lo hace presa fácil. Se pretendía además cortar los suministros industriales y mineros de la República. Entre julio y octubre caen las grandes capitales: Bilbao, San Sebastián, Santander, Gijón... La muerte de Mola en un accidente aéreo durante el asedio de Bilbao, en junio de 1937, consolida definitivamente el liderazgo de Franco y supondrá un duro golpe para las aspiraciones carlistas. El bombardeo de Guernika por la Legión Cóndor en abril además de ser un ensayo de la aviación alemana, gozará de gran mportancia simbólica. La aplastante superioridad aérea ítalo-alemana conllevará el fracaso republicano al tratar de detener el avance nacional hacia el norte con las batallas de Brunete y Belchite. A partir de entonces la guerra se inclina en contra de una República desgastada.
El mandato de Largo Caballero estuvo marcado por un gobierno de concentración ampliamente sindicalista (republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas) cuya prioridad era ganar la guerra, antes que desarrollar la revolución obrera. Con este fin se organiza el Ejército Popular en el que se unifican las milicias bajo cuadros militares profesionales. 

El gobierno de Negrín, que dura desde mayo de 1937 hasta marzo de 1939, incluía a socialistas moderados y comunistas. Este asume el que “resistir es vencer”, razón por la que se organiza una industria de guerra, se refuerza el ejército y busca apoyo diplomático en los preludios de la II Guerra Mundial. Paralelamente, se propone un acuerdo de paz, “Trece puntos”, que es rechazado por Franco.

El ataque sorpresa del ejército republicano sobre Teruel, dirigido por Vicente Rojo en diciembre de 1937 asesta un golpe de efecto a la guerra al retrasar el ataque sobre Madrid del “invicto” Franco. Tras dos meses de lucha en condiciones invernales, las tropas franquistas recuperaron Teruel. La batalla de Teruel causará en torno a 50.000 bajas republicanas, siendo tal debilidad aprovechada por Franco para conquistar el Mediterráneo y dividir el territorio fiel a la República. Las tropas franquistas alcanzan Vinaroz en abril de 1938. 

La posterior ofensiva republicana sobre el Ebro en julio de 1938 pretende volver a unir las dos zonas republicanas así como ganar tiempo en espera de que estallase la guerra europea contra Hitler. El ejército republicano consiguió cruzar el Ebro y resistir en sus posiciones más de cuatro meses; aunque acabarán siendo derrotados en noviembre de 1938 debido a la superioridad en aviación y artillería del ejército nacional. Se considera la batalla más decisiva de la guerra, con consecuencias definitivas como la movilización de 200.000 soldados, alrededor de 100.000 bajas y la destrucción del ejercito republicano.


El rápido avance del ejército de Franco sobre Cataluña, con 200.000 hombres a sus órdenes, condujo a la inminente caída de Barcelona en enero 1939. Tan solo un mes después, el gobierno de Franco será reconocido por Reino Unido y Francia, país al cual se exiliaron 500.000 refugiados en condiciones de vida muy penosas. La victoria nacional se intuía próxima y dirigentes republicanos iniciaron contactos con Franco para negociar la paz. Casado y Besteiro, que consiguen el control de Madrid mediante un golpe de estado, cederán la capital a Franco a cambio de promesas incumplidas. El 28 de marzo las tropas franquistas entran en Madrid, siendo el 1 de abril de 1939 la fecha en que Franco emite el último parte de guerra tras la conquista de Alicante.


La guerra tuvo unos inmensos costes materiales directos, pues las destrucciones y la necesidad de devolver parte de la ayuda extranjera hicieron que la economía Española no se recuperara hasta los años 50.
Los costes humanos fueron aún peores. Se calcula que hubo 500.000 víctimas entre los muertos en los campos de batalla y los asesinados en represalias. Asimismo, el final de la guerra obligó a exiliarse a cerca de 500.000 personas, la represión por parte del bando vencedor continuó durante la dictadura y causó la pérdida de una generación intelectual: García Lorca, Machado, Picasso, Miró, Alberti, Buñuel, Sánchez Albornoz, Américo Castro... 

La consecuencia más destacada fue sin duda la consolidación de la dictadura de Franco, cuyos primeros pasos legislativos se iniciaron durante la guerra tales como la unificación de las fuerzas políticas sublevadas, la regulación de la vida laboral a través del Fuero del Trabajo y la censura previa en los medios de comunicación.

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